LA REFLEXIÓN
La vía de la razón, disciplinada en sus métodos de análisis, ordenada en sus procedimientos, no parece suficiente, con resultar indispensable. Hace falta también, encontrar los caminos de la creación y de la intuición, para que podamos orientar nuestra reflexión “sobre las cosas que más importan”. Y saber abrirnos paso entre las distracciones que nos presenta la vida cotidiana, para no perder el camino, una vez encontrado.
Los sabios de siempre nos recomendaron reiteradamente la práctica de la reflexión, o de la meditación, evitando dejarse llevar por el caótico movimiento de las emociones, que tanto distorsionan el tranquilo fluir de los pensamientos. Un periódico alejamiento de las preocupaciones, un contacto con la naturaleza iban siempre a acompañar la actividad de la mente, con sus beneficiosos efectos.
Estos consejos están en abierta oposición con las continuas invitaciones de nuestra sociedad actual a divagar en ensoñaciones superficiales, o dejarnos llevar por la seducción de las imágenes, que llegan a distorsionar nuestras percepciones internas sobre lo que es la realidad, o lo que de verdad importa.