Incertidumbre de la Conducta Humana

INCERTIDUMBRE DE LA CONDUCTA HUMANA

En lenguaje coloquial se suele decir que el matrimonio o la convivencia en pareja es una lotería, expresando de este modo la incertidumbre que se produce ante el compromiso con otra persona para toda la vida, de compartir el futuro, todas o casi todas las decisiones más o menos importantes, sin estar seguros completamente de la actitud del otro ante cada una de ellas. Porque evidentemente, durante el inicio de la relación no se pueden comentar y prever todos los innumerables hechos que sucederán una vez constituido el anhelado enlace conyugal o el inicio de la convivencia en pareja: tener hijos o no tenerlos, lugar de residencia, profesionalidad de cada uno, amistades, asociaciones, ideas políticas o religiosas etc. etc.

Por otro lado, es un hecho demostrable que las personas, no sólo podemos sino que solemos cambiar a lo largo y ancho de nuestra vida, por muchas circunstancias cambiantes en las que ésta se desarrolla. Una persona consigue un determinado trabajo y se comporta de una manera exquisita, leal, responsable, justa, amable, etc. hasta que, pasado el tiempo, aparece con un nuevo modo de ser, autoritario, irritable, egoísta, rencoroso, etc. porque ha conseguido afianzarse en lo que pretendía y ya no precisa presentar un lado bueno que le exigía un esfuerzo que ahora considera innecesario. Lo mismo o parecido puede suceder en la pareja, cuando ambos presentan durante el noviazgo su mejor perfil, más o menos real o fingido y una vez casados o conviviendo en pareja, cuando se ha conseguido amarrar fuertemente al cónyuge, aparece la persona real, con más o menos defectos, manías, aficiones e ilusiones que antes habían permanecido ocultas por el fin sentimental que se perseguía de “conquistar” a la pareja, a la otra persona.

No siempre, pero sí muchas veces, las conductas de los seres humanos son imprevisibles porque podemos cambiar a mejor o a peor y frecuentemente sorprendemos a propios y a extraños con nuestras reacciones ilógicas o irracionales, pues naturalmente, el ser humano no sólo es lógica y cerebralidad, sino también voluntad y corazón, todo ello mezclado como en una especie de coctelera cuando no hay unas virtudes, valores y convicciones firmes que resistan el paso del tiempo que produce un sabor-resultado que nadie podía suponer o esperar.

De ahí la incertidumbre que hablo al principio porque no todo lo podemos prever en el desarrollo de las relaciones humanas, sean cuales sean, profesionales, políticas, sociales, de pareja, amistosas, etc. aunque en muchas ocasiones se firmen contratos que traten de fijar las diversas circunstancias de cada relación.

Lo ideal sería que todos nos esforzásemos por vivir unas virtudes, valores y convicciones, procurando mejorarlas y afianzarlas cada vez más con el paso del tiempo porque además eso está al alcance de todos, con esfuerzo claro está, pero no todos estamos dispuestos a pagar el precio que supone ese esfuerzo continuado; con el transcurrir del tiempo nos cansamos y entonces hay que repetirse una y otra vez: ¡Vale la pena, vale la pena, vale la pena…!